Aimée Vega Montiel y Cossette Castro
Las variables me asustan. El mundo no es de variables,
es de experiencias, de personas, de culturas.
Con una trayectoria distinta de la mayoría de los investigadores de comunicación de su generación, James Lull, entonces periodista, tuvo su primer acercamiento a los estudios cualitativos hace mas que 30 años, cuando todavía era un joven corresponsal de la guerra de Vietnam. Su interés en los Estudios Culturales (EC) data de 1974 cuando, después de trabajar en radio en la ciudad de San Jose, California, advirtió que la gente tenía mucho que decir por lo que emprendió un primer estudio sobre las familias, mismo que publicó en 1980 bajo el título “The Social Uses of Television”.
Aunque nacido en los Estados Unidos, Lull es un ciudadano del mundo. Vivió en México, en donde conoció de cerca los trabajos de Néstor García Canclini y Jorge González. Además, ha hecho investigaciones en China, Brasil, y Europa Oriental, mezclando los estudios culturales con la experiencia periodística y con su creencia en la subjetividad del autor.
Fue durante una de sus varias visitas a España que tuvimos la oportunidad de entrevistarlo. La experiencia resultó mucho más gratificante de lo esperado. No siempre se puede compartir conocimiento y experiencia en poco tiempo; la entrevista es una muestra de ello.
Aimée Vega Montiel y Cosette Castro (AVM y CC):
Háblenos de su trayectoria como investigador.
James Lull (JL): Empieza hace treinta y tantos años cuando me di cuenta que para entender la guerra (de Vietnam) tenía que seguir mis apreciaciones cualitativas y no las palabras de aquel entonces. Me di cuenta de que entendía la guerra en todos sentidos a través de mis percepciones, mis sensibilidades y mis experiencias. Fue en aquel entonces cuando descubrí que el periodismo es una forma de recoger datos empiricos cualitativamente. Desde entonces, creo en el vínculo entre los estudios cualitativos académicos y el neoperiodismo y, aunque hay distinciones importantes entre ellos, —como el grado, los motivos o la contextualización de los datos en teoría, algo que está fuera del periodismo—, la manera de recoger datos, interpretarlos y anticiparlos continúa siendo coto del periodismo.
En términos más específicos, mis estudios comunicativos tuvieron lugar en los años setenta (entre 1974 y 1976) con los estudios etnográficos sobre las familias. Antes era programador de radio, tenía mucho respeto por lo que hacían y pensaban las audiencias. Hacía entrevistas cualitativas en la calle escuchando las diversas opiniones de la gente.
AVM y CC: Cuando estuvo en Vietnam, ¿ya planteaba utilizar la estructura teórica cualitativa?
JL: No, yo tenía tan sólo 20 años pero poseía, sin embargo, una mayor conciencia de las implicaciones políticas, culturales, ideológicas y comunicativas de la guerra. En ese sentido, y posteriormente a Vietnam, la teoría fue la que me dio la orientación progresista (aunque haya algunos teóricos neo-Marxistas que no estén de acuerdo con mi posición).
Después de la experiencia en radio, inicié mi trabajo académico cualitativo en 1974. Mi primera investigación bien organizada en términos etnográficos consistió en estudiar el fenómeno de los usos sociales que de la televisión hacían las familias (“The Social Uses of Television”). Ello fue a partir de un experimento cualitativo que consistió en presenciar, grabar y estudiar los comentarios y discursos naturales que se producían en los hogares de veinte familias. Durante este proceso descubrí que es posible, a través de la entrevista, la observación y la vinculación personal, analizar familias in situ combinando todas las zonas de operación cultural y familiar.
AVM y CC: A partir de su experiencia en el área de los estudios culturales, ¿cuál es la principal distinción que encuentra entre la escuela norteamericana y la latinoamericana?
JL: En el caso norteamericano hay una fascinación extrema por el cuantitativismo y el positivismo, de ahí que hagamos desde fuera las investigaciones culturales, sin adentrarnos profundamente en los fenómenos. En América Latina, en cambio, la situación es distinta ya que los problemas sociales que ahí se viven dan la posibilidad de pensar a los estudios culturales justamente en esos términos, lo que resulta una buena combinación que contribuye al avance académico y social. El problema ahí son los teóricos caciques, quienes desde sus despachos quieren analizar los fenómenos. Sin embargo, hay otros que no. Definitivamente, este movimiento requiere más alumnos que elijan la orientación de los estudios culturales.
AVM y CC: ¿Qué nos puede comentar acerca de los estudios culturales británicos?
JL: El caso británico es interesante porque los estudios culturales tienen allí sus orígenes, por género, raíz y clase social (los tres campos más importantes) así como por sus vínculos naturales con la política. Stuart Hall1, por ejemplo, jugó un papel fundamental en su intención de integrar los estudios culturales académicos a la política. Lo mismo cabría decir de Anthony Giddens2 y otros más que están tratando de buscar el vínculo entre el análisis académico y la acción política. En Estados Unidos, en cambio, sucede todo lo contrario: hay una desvinculación de la política con la academia. Por citar sólo un caso, existe la tendencia a ignorar nuestros estudios cuantitativos y cualitativos sobre la violencia en los jóvenes y en los niños por television y videojuegos.
AVM y CC: ¿Qué características comparten y cuáles son las principales diferencias entre las corrientes culturalistas inglesa, norteamericana y latinoamericana?
JL: Es casi imposible para los norteamericanos imaginarse los problemas sociales de América Latina; además, somos parte de civilizaciones diferentes lo que imposibilita la integración del norte con el sur en trabajo académico. Entre Inglaterra y los Estados Unidos, si bien están vinculados por una civilización común, hay sin embargo limitaciones en términos de perspectivas académicas. El espacio para hacer estudios culturales en Norteamérica es muy limitado tanto por el poder de los viejos investigadores, que no son parte de la escuela culturalista, como por el hecho de que no se interesan en explorar terrenos como el de la antropología, la sociología, o la comunicación, cuando idealmente deberían hacerlo.
AVM y CC: En sus trabajos, usted habla sobre la animadversión que existe entre los investigadores que trabajan metodologías del análisis cuantitativo y aquellos que abordan el análisis cualitativo. ¿Podría ampliarnos este aspecto?
JL: Que existe tal conflicto no hay duda. Empero, hay que entender que, académicamente hablando, esta división resulta más artificial que real ya que lo cuantitativo y lo cualitativo no son métodos opuestos, al contrario, podemos usar datos cuantitativos para investigaciones cualitativas y, a la inversa, gracias a los estudios cuantitativos tenemos acceso a un universo de cifras y datos que coadyuva a enriquecer y impulsar nuestro trabajo. La confrontación entre unos y otros habría que buscarla, más bien, en las formas de vivir y pensar tan distintas que caracterizan a cada uno de los dos grupos. Los investigadores cuantitativos, por ejemplo, son incapaces de integrarse a la sociedad. Están demasiado ocupados en sus despachos dando órdenes a sus colegas de investigación mas joven; el integrarse con la gente en la calle y aprender de ella les es, francamente, imposible. En cambio, los cualitativos tienden mucho más a vincularse con realidades concretas y sus problemas.
En el caso concreto del mundo académico británico, el conflicto entre cuantitativos y cualitativos se debió a la gran popularidad que éstos gozaban entre los estudiantes, simplemente porque abordan la realidad. Amén de ello, razones prácticas y políticas también contribuyeron a la separación artificial entre estas tradiciones e, incluso, entre los diferentes departamentos académicos universitarios. Hay posiciones muy militantes en ambas partes ligadas tanto al compromiso político como a la práctica profesional. Este ambiente académico tan hostil nos ayuda a entender por qué todavía subsiste un grupo de investigadores de los estudios culturales británicos que continúan rechazando la utilización de métodos y estudios cuantitativos.
AVM y CC: ¿Cómo puede el investigador cultural vincular las dos corrientes, cuantitativas y cualitativas?
JL: Alguna vez intenté, como desafío académico, integrar ambas tradiciones en un argumento (Inside Family Viewing: London: Routledge, 1990). con la intención de demostrar que esta combinación podría resultar sumamente eficaz para explicar realidades concretas; después de un tiempo concluí que esto no podía suceder. Sin duda se puede combinar lo cualitativo con lo cuantitativo en cierto tipo de estudios específicos, pero no siempre funciona. Entendí entonces que las metodologías de la investigación de cada una de estos análisis son netamente diferentes. En Estados Unidos, son los estudiantes quienes han tenido que vérselas con esta, estéril, confrontación.
AVM y CC: Hablando de la investigación en general, ¿cómo construye usted la suya?
JL: Depende del tema, pues cada caso tiene distintas características. En este momento, por ejemplo, no estoy enfocado en un estudio específico sino, más bien, me concentro en leer, reflexionar, viajar e intercambiar experiencias con personas en situaciones diferentes, y teorizar. Parte importante de cualquier marco conceptual que elabore, incluye mi fe en la persona como instrumento perfecto para observar, entrevistar, combinar y reflexionar. Escribo al tiempo que observo y observo al tiempo que escribo; esta mezcla de actividades me gusta mucho.
AVM y CC: Más concretamente, ¿cuál es su metodología de trabajo?
JL: Como herramientas de investigación utilizo grabadoras, micros, cuadernos, pero lo más importante es la capacidad mental y la creatividad de observar y vincular de forma fructífera, original, creativa y sensible los distintos aspectos que de un fenómeno se estudian. Es más, precisamente esta forma de trabajar constituye una diferencia importante con los cuantitativos que tienden a reducir todo a variables manejables. Es justamente el no poder manejar el mundo lo que produce los puntos más interesantes en cualquier análisis pues las cosas indeterminadas no son reducibles a variables; las variables me asustan; el mundo no es de variables, es de experiencias, de personas, de actos sociales, de culturas.
AVM y CC: Al escucharlo expresarse noto que lo hace con gran emoción lo que me orilla a cuestionarle si es ésta un elemento fundamental de las investigaciones cualitativas. ¿Eso significaría colocar al investigador en un nuevo lugar?
JL: Yo creo en la importancia de aceptar la subjetividad del autor. El juego entre la dimensión objetiva y subjetiva, entre el investigador y el mundo, es clave en nuestro tipo de investigaciones. Es una muestra de honestidad académica que presentemos nuestras investigaciones a los alumnos aclarándoles que lo que les exponemos no es el mundo, sino el producto de nuestras interpretaciones. Necesitamos, creo yo, mantener y alentar esta postura. Este enfoque se inició en el terreno de la antropología para pasar de ahí a otros campos como el de la comunicación.. Los estudios feministas, por ejemplo, han sido muy importantes en este sentido porque son capaces de analizar, justamente, el aspecto subjetivo de sus investigaciones.
AVM y CC: ¿Cuál su opinión sobre las investigaciones que se están realizando en torno a la interculturalidad?
JL: El estudio de la interculturalidad en la disciplina de comunicaión Norteamericana es el estudio de la comunicación interpersonal con la cultura como variable. La comunicación intercultural es muy importante en el caso de California por todas las culturas que en ella coexisten. En mi propia universidad, la de San José, se están impulsando este tipo de estudios. Sin embargo, mi perspectiva sobre este tipo de estudios resulta también muy distinta a la de la mayoría de los investigadores norteamericanos. El problema es que por la trayectoria que este tipo de estudios ha tenido en Estados Unidos, la interculturalidad es abordada a través de la metodología de las ciencias sociales cuantitativas que suele estereotipar, más que comprender, las actividades y perfiles culturales de personas de otros países, culturas y etnias. El mayor peligro en la enseñanza de la interculturalidad es, precisamente, este tipo de aproximaciones que hacen de los estudios interculturales más un método de agresión que uno de explicación. De aquí que personalmente estoy muy interesado en cambiar la perspectiva del análisis cuantitativos a fin de que, más allá de sus variables, entre en contacto con la realidad humana.
AVM y CC: En el sentido que usted defiende, ¿la interculturalidad debe unirse a la noción de diálogo de las culturas?
JL: Desde luego que sí, porque ello ayudaría a romper los estereotipos al tiempo que alentaría el diálogo de las diversidades.
* James Lull (JamesLull@aol.com) obtuvo el Ph.D. en Communication Arts en la Universidad de Wisconsin-Madison,, el M.S. Speech con honores en la Universidad de Oregon y el B.A. Radio-Television-Film en la Universidad Estatal de San José de donde también es Profesor Emérito. Obtuvo además el doctorado Honoris Causa of Social Sciences por la Universidad de Helsinki, Finlandia. Ha sido profesor invitado y visitante en diversas universidades en América (Estados Unidos, México, Brasil, Argentina, Chile, Venezuela), Europa (Reino Unido, España, Suecia, Finlandia, Dinamarca) y Asia (China). Ha trabajado por años como periodista profesional, (en especial como corresponsal de guerra en Vietnam), programador y locutor radiofónico y comentarista noticioso. Es consultor académico de diversas instituciones editoriales y educativas y ha participado en numerosos jurados de exámenes doctorales. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas así como ponencias, presentaciones y capítulos en libros. Es autor y/o editor de los libros Public Speaking for the Digital Age (con Stephanie Coopman ) (en prensa); Culture in the Communication Age (2001); Media, Communication, Culture: A Global Approach (2000); Media Scandals: Morality and Desire in the Popular Culture Marketplace (editado con Stephen Hinerman ) (1997); Popular Music and Communication (1992); China Turned On: Television, Reform, and Resístanse (1991); Inside Family Viewing: Ethnographic Research on Television’s Audiences (1990); World Families Watch Televisión (1988) y Popular Music and Communication (1987). Buena parte de estos textos han sido traducidos al español, italiano, chino, portugués, indonesio, japonés, turco, rumano y ucraniano.
1 Reconocido teórico de los estudios culturales, figura líder de la izquierda británica durante los últimos treinta años y uno de los representantes más importantes de la llamada “Teoría de la Recepción”. Desde el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos de la Universidad de Birmingham, ha contribuido con trabajos que se consideran clave en el estudio de la cultura, los medios de comunicación y la política. Algunos de sus más influyentes libros son: Situating Marx: Evaluations and Departures (1972), Encoding and Decoding in the Television Discourse (1973), and Policing the Crisis (1978), The Hard Road to Renewal (1988), Resistance Through Rituals (1989), The Formation of Modernity (1992), Questions of Cultural Identity (1996) y Cultural Representations and Signifying Practices (1997). (N.E.).
2 Sociólogo británico reconocido por su “Teoría de la Reestructuración”. Fue director de la London School of Economics and Political Science de 1997 al 2003. Desde el punto de vista académico, los intereses de Giddens se centran en reformular la teoría social y re-evaluar nuestra visión del desarrollo y la modernidad. En el área de la sociología política, Giddens precisó los postulados de la Tercera Vía, entre el capitalismo liberal y el socialismo. Esta teoría pretende recoger los mejores aspectos de ambos sistemas. En este sentido, Giddens se desempeña actualmente como consejero del Primer Ministro Británinco Tony Blair. En junio del 2004, le fue concedido el título de Barón Giddens de Southgate, en el London Borough de Enfield. De su numerosa bibliografía, podemos destacar: The Progressive Manifesto. New Ideas for the Centre-Left (2003); Where Now for New Labour? (2002); The Global Third Way Debate (2001); Sociology (2001); Runaway World (2000); The Third Way and Its Critics (2000) y On The Edge. Living with Global Capitalism (2000). (N.E.).