por James Lull, Ph.D.
Introduction: Culture in the Communication Age (London: Routledge)
Traducido por David Mateo, Santiago, Chile
Describir como ‘Era de la Información’, ‘Era Digital’ o ‘Era Internet’ a la naturaleza espectacular de lo que está ocurriendo hoy deja afuera a muchos aspectos de la vida de esta excitante era, pone el énfasis analítico en el lugar equivocado. Vivimos, sin dudas, con mucha más información que antes, y mucha de esa información llega hasta nosotros de forma digital, y ciertamente que la Internet se ha convertido en un recurso indispensable, pero, ¿por qué?
El intercambio simbólico facilitado por la alta tecnología y las nuevas redes de ‘conectividad compleja’ que tienen lugar hoy (Tomlinson 1999) son elaboraciones contemporáneas de lo que en realidad es una actividad muy básica: la comunicación humana. Aunque las tecnologías de información han acelerado y alterado tremendamente algunas de las formas en que los seres humanos se comunican entre sí, las motivaciones detrás de estás prácticas significativas que las personas realizan en orden de construir sus mundos sociales y culturales, se mantienen fundamentalmente inalterables. Lamentablemente la jerga de la alta tecnología a menudo le quita mérito al proceso complejo y vital que motiva y que se manifiesta en la comunicación, deshumanizando así a una de las actividades fundamentales de la vida. Para complejizar aún más el problema, el lenguaje tecnócrata actual, generalmente privilegia el lado racional de las interacciones comunicativas. No es por tanto difícil tener la impresión de que el contacto verdaderamente humano, aunque imperfecto, de algún modo se ha transformado en una conversación robótica que es sostenida con bancos de datos localizados en algún sitio del ciberespacio.
La expresión ‘Era de la Comunicación’ sirve como un término paraguas para ampliar, humanizar y hacer más precisa la descripción e interpretación de esta excitante nueva era. La Era de la Comunicación se refiere así, no sólo a la eficiente transmisión de bits digitales de aquí para allá, sino que también a la significancia que tiene el proceso de comunicación para la gente real mientras se relaciona con el rango amplio de materiales y recursos simbólicos que hay a su disposición. Esos recursos no son sólo las formas simbólicas tele-mediadas y mediadas computacionalmente, tan populares estos días, sino que incluye al stock completo de las influencias culturales tradicionales y menos mediadas que constituyen la vida cotidiana.
A diferencia de eras anteriores cuando los valores y modos de vivir estaban atados principalmente a los contextos locales y sus influencias, hoy, las formas culturales circulan mucho más extensamente y son usadas por las personas de modos mucho más innovadores. Así las luchas resultantes en el campo de la cultura y la identidad a escala global se han vuelto los asuntos más importantes para académicos de una amplia gama de disciplinas en las ciencias sociales y las humanidades. Este libro se une a los debates en curso y lo hace con mente abierta. Las diversas perspectivas presentadas en los capítulos siguientes han sido reunidas para dar a estudiantes avanzados la oportunidad de discutir y debatir sobre las condiciones del futuro.
Comunicación y globalización cultural
Las tecnologías de comunicación se han vuelto decisivas en las transformaciones socioculturales que están teniendo lugar en todo el mundo. Este libro intenta prestar atención a los acontecimientos tecnológicos implicados en la actividad cultural contemporánea, incluyendo no sólo los aspectos, matices y las sutilezas de la comunicación mediada computacionalmente, sino que hasta alcanzar los que considera son los aspectos de la vida que son experimentados más directamente y ‘no racionalmente’. La emociones humanas y los factores rutinarios de las experiencias cotidianas que son a menudo dejados fuera la discusión teórica acerca de la cultura y la sociedad en la Era de la Comunicación, ocupan un lugar central en este libro. El énfasis dado a la comunicación es clave.Enfocados en los procesos de interacción humana y en sus prácticas de significación constitutivas, más que simplemente en el hardware o en el contenido de transmisión de la información e intercambio, nosotros mantenemos las consideraciones humanas al frente del análisis, allí donde ellas pertenecen.
Esto es consiguientemente una prioridad sobre todo en una era en que el pensamiento y el lenguaje tecnocrático – que funciona interdependientemente con la misma desapasionada mentalidad que dirige la más global de las actividades económicas – han obtenido una enorme visibilidad y encanto. La revolución tecnológica de la información que creó a la era de la comunicación a fines del siglo veinte tuvo lugar durante el ‘período de la reestructuración global de capitalismo’ (Castells 1996: 13). Claramente, los incentivos económicos y las recompensas del capitalismo global siguen siendo apoyados por y avanzan a través del empleo institucional de la información sobre el estado del arte de las tecnologías de la comunicación. Los modelos de dominación económica que han tenido lugar por tanto tiempo se están extendiendo aún más gracias a la velocidad de la alta tecnología y a la conectividad global.
Cuando volvemos nuestra atención a las dimensiones culturales de la globalización, en cambio vemos que ‘el capitalismo informativo’ también ha creado ‘las nuevas formas históricas de interacción social’ (Castells 1996: 18) que incorporan y provocan una multitud de tendencias contradictorias que a menudo sacuden a las tradicionales relaciones de poder. Debemos por lo tanto ser cuidadosos para no simplificar demasiado las cosas y culpar a la tecnología y a la globalización de todos los males del mundo, como Zygmunt Bauman (1998) y otros han tendido a hacer. El centro de gravitación de la Era de la Comunicación, la Internet, por ejemplo, es usada extensamente de maneras sumamente creativas, incluso revolucionarias, desafiando la supervisión y el control, lo que, en ciertos aspectos ha comenzado a democratizar las ‘rutinas’ de comunicación. La Internet se ha desarrollado de maneras que ha ido dejando de ser una mera forma tecnológica para convertirse más en un medio de comunicación que abre ilimitadas posibilidades culturales. Antes que sólo reforzar las estructuras tradicionales de autoridad político-económicas y culturales, la tecnología de información, la Internet y los medios masivos hacen más porosas a esas estructuras (Lull 2000).
La diversificación profunda de las formas simbólicas y el creciente número y variedad de ocasiones para afirmar el poder simbólico (Thompson 1995; Lull 2000) en contextos culturales, son consecuencias inevitables de la comunicación mediada y la globalización. Un desarrollo que en mucho perturba a la hegemonía de políticas, economías e influencias culturales de las instituciones dominantes y las ideologías que ellas sostienen sobre los individuos. La disponibilidad global de formas más simbólicas, diversas y móviles que nunca antes, y que emanan de la cultura y de las industrias de la información, cuando se combinan con el acceso creciente de individuos a microtecnologías de comunicación, no hacen sino empoderar a las personas. Conceptualizar el poder en términos simbólicos y culturales armoniza teóricamente con el carácter indeterminado del proceso completo de comunicación humana.
La división global
El otro lado del atractivo optimismo sobre la vida en la Era de la Comunicación a menudo expresa que es un hecho innegable que las ventajas tangibles que son producto de la tecnología actual y de la conectividad, aumentan muy desigualmente a través de categorías sociales dentro de naciones individuales, y entre naciones en el contexto global. Así como la Era de la Comunicación es un fenómeno global, también lo es la división digital. Áreas enormes del mundo, incluyendo ciudades norteamericanas interiores, barrios africanos de chozas, favelas brasileñas, y las áreas rurales pobres de China e India están casi completamente ‘desconectadas’ de la tecnología de la información y de la sociedad-red global.
Ahora los computadores personales con conexión a Internet se han vuelto más una necesidad que un lujo en muchas partes del mundo relativamente desarrollado. Todavía en los Estados Unidos – donde hacia el año 2000 más de la mitad las casas está conectada a la Internet– las diferencias extremas entre grupos económicos y raciales siguen dividiendo la sociedad entre quienes ‘tienen’ o ‘no tienen’ un computador. En Europa, las conexiones a Internet en el año 2000 estuvieron lejos de la penetración general que había alcanzado en USA – aproximadamente el 12 por ciento del total de las casas. Las diferencias sociales y tecnológicas internas de las naciones europeas son menos severas en los países escandinavos y el resto de la parte del norte del continente. En comparación, las naciones de Europa del Sur están mucho menos conectadas en general y revelan brechas internas más amplias. Mientras las brechas sociales y tecnológicas en Japón no son tan extremas como en muchas otras naciones, la división global está creciendo allí también, en cuya naturaleza social colectiva empiezan a manifestarse las tendencias globales de protección al consumidor y el individualismo.
Los capítulos
Este libro presenta ensayos escritos por varios de los pensadores líderes a nivel mundial sobre la comunicación y la cultura, representando así a una amplia gama de disciplinas académicas: estudios de comunicación, sociología, estudios culturales, antropología, psicología, semiótica y estudios acerca de los medios de comunicación. El libro está dividido en tres secciones.
En la primera sección: ‘Las fundaciones de cultura’. Encontramos un animado espectro de accesos teóricos a la cultura en la Era de la Comunicación, estableciendo el análisis en los límites que van desde las percepciones de personas individuales hasta los más expansivos procesos multimediados de interacciones y flujos culturales.
Iniciamos con el psicólogo Edward C. Stewart. Su ensayo provocativo ‘Cultura de la mente’ y el igualmente excitante trabajo del semiótico Brasileño-americano Eduardo Neiva ‘Replantear las fundaciones de la cultura’, en donde encontramos que los orígenes de organización cultural deben tomar en cuenta la emoción, el miedo, y la relación cercana entre la naturaleza y la cultura, en particular como se manifiesta en el ‘paradigma de la depredación’ y en las luchas por la supervivencia humana. Estos ensayos contemporáneos de influencia Darwinianaos razonados con tendencias teóricas actuales en biología molecular y genética, reflejan ‘la oleada reciente de conexiones entre la biología y la semiótica’ (Laublichler 1997: 248), y en particular como esto se aplica al análisis cultural. En un argumento alejadamente determinista y que se opone radicalmente a los dos primeros ensayos, el antropólogo social sueco Ulf Hannerz aboga por un entendimiento cosmopolita de la cultura que es construida por el marco analítico de la dinámica y multicultural ‘ecumene global’.
La sección II explora varios caminos cruciales para ‘Hacer sentido en cultura’. El sociólogo británico David Chaney sigue desarrollando su trabajo sobre el ‘estilo de vida’ en el primer ensayo. Allí contrasta modalidades culturales actuales con modos de vivir más tradicionales y estables. Escribiendo desde su casa en Helsinki en Finlandia, donde el año 2000 una madre soltera fue elegida la primera mujer presidente del país, la socióloga cultural Mirja Liikkanen evalúa el importante tremendamente importante rol del género en la cultura y el análisis cultural. El tercer capítulo en esta sección muestra la primera discusión comprensiva publicada en inglés acerca de una idea teórica, que es sobre todo intrigante, los ‘frentes culturales’, desarrollada por el teórico cultural mexicano, el sociólogo Jorge González. Finalmente. Aprovecho una oportunidad en esta sección para ofrecer mi propia perspectiva sobre la ecología cultural en la Era de Comunicación mediante el delineamiento de las características de un concepto amplio que llamo ‘la supercultura’.
La última sección del libro lleva por nombre ‘Formas culturales contemporáneas’. Presenta perspectivas incisivas sobre cuatro dominios analíticos que se han hecho especialmente prominentes en la Era de la Comunicación. El teórico de estudios de los medios de comunicación, Michael Real, comienza la sección con un ensayo introductorio sobre cómo la cultura popular y los espectáculos mediales han influido en el desarrollo de la teoría cultural contemporánea.
El teórico de la Escuela de Annenberg, Paul Messaris aboga por un lugar central para las formas visuales en el análisis cultural. Stephen Hinerman, académico de estudios de comunicación propone un argumento para lo que él considera es el papel positivo de las estrellas de medios de comunicación globales en la vida cultural. Finalmente, acentuando la influencia extraordinaria de la comunicación mediada por ordenador en la construcción cultural contemporánea, los investigadores de comunicación Steve Jones y Stephanie Kucker discuten las ‘culturas virtuales’ y cómo esas habilidades de ‘internetworking’ influyen la vida social y cultural en la Era de la Comunicación.
Debo ser claro en esta breve descripción del libro. Ninguna perspectiva sobre la cultura surge por sí sola de estas páginas. Espero vigorosamente haber evitado editar un volumen que pudiera decirse con facilidad que representa a un pensamiento ‘posmodernista’, o ‘esencialista’, o a un ‘científico social’ o a la posición de los ‘estudios culturales’. La gama de voces y opiniones expresadas en el libro reflejan el estado diverso y dinámico de la cultura en la Era de la Comunicación. Ellas han sido reunidas aquí para ayudar a provocar las discusiones que claramente estos asuntos merecen.
Referencias
- Bauman, Z. (1998). Globalization: The Human Consecuentes. Cambridge. Polity Press; New Cork: Columbia: University Press.
- Castells, M. (1996). The rise of the Network Society. Oxford: Blackwell.
- Laubichler, M. (1997). ‘Introduction’. S: European Journal for Semiotic studies, 9: 248-50
- Lull, J. (2000). Media, Communication, Culture: A Global Approach (Revised ed.). Cambridge: Polity Press; New Cork: Columbia University Press.
- Thompson, J.B. (1995). The Media and Modernity. Cambridge. Polity Press.
- Tomlinson, J. (1999). Globalization and culture. Cambridge: Polity Press